En la soledad de la noche. Cuando todos duermen.
Me vienen a la memoria, los recuerdos de nuestros paseos de novios por el Camino de Purchil hasta la Huerta de la Rana.
Y me vienen a la cabeza romances, poesías y otras lindeces o tonterías que yo le decía. Y hasta le gustaban. Y ahora que tengo tiempo ¿porqué no emplearlo en estos bellos recuerdos?
cuando quiero divertirme le quito el tapón y salen.
Y tengo mi cuerpo de coplas que parece un avispero;
se juntan unas con otras a ver la que sale primero.
El día que tu naciste, qué triste saliera el sol,
de ver que nacía otro, con mucho más resplandor.
Yo vi una flor en el campo florecer, que la llevaba mi amor.
Soñaba que yo tenía, alegre mi corazón,
más a la fe, madre mía, que los sueños, sueños son.
Yo vi una flor en el campo florecer, que la llevaba mi amor.
El día que tu naciste, cayó un pedazo de cielo;
y hasta que tu no te mueras, no se tapa el agujero.
Piensan los enamorador, piensan y no piensan bien,
piensan que nadie los mira, y todo el mundo los ve.
Y yo, cantaré, que estoy alegre como la fresca mañana;
otro día lloraré, porque ahora no tengo gana.
Pues ni contigo ni sin ti, tienen mis penas remedio;
contigo porque me matas; y sin ti, porque me muero.
Fuiste mi primer amor; tú me enseñaste a querer;
no me enseñes a olvidar, que no lo quiero aprender.
(De magia y milagro de la poesía popular. 1956)
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